A 130 kilómetros de Cuzco, la Ciudad Perdida de los incas se alza entre
barrancos en mitad de un paraje inaccesible de los Andes peruanos. La
perfección de sus construcciones, su conservación y su escenario
natural, encajonado en la cresta de un cerro sobre el valle del río
Urubamba, hacen de este yacimiento uno de los tesoros arqueológicos más
valiosos del mundo y, desde luego, uno de los más místicos.
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